Es complicado escribir sobre el merchansiding FIBA en general, a veces hay clubs mucho más complicados por su poca implicación en el tema, el Khimki ruso, no confundir con el lituano, es uno de ellos. Fundado en 1997, nació con la idea de hacer sombra al todopoderoso CSKA de Moscú, y en cierta parte lo ha logrado, al menos económicamente, a la vista está de sus fichajes a lo largo de su corta historia. Aunque a nivel palmarés no lo hayan logrado ni de lejos, tienen las mismas Eurocup que títulos nacionales, una liga y una copa, y es que a nivel nacional podríamos decir que están martirizados por el gigante ruso, ambos han repetido la final hasta en once ocasiones en los últimos catorce años, siempre con el mismo resultado adverso para los de amarillo y azul. Colores a a los que no han faltado desde su fundación, da igual qué marca vistieran porque nunca faltaron a la cita con ellos, desde 2016 es Adidas la encargada de juntarlos, aunque se esmeren mucho en ello.
Egor Vyaltsev no es uno de los jugadores rusos más conocidos del panorama europeo, gran parte de culpa la tiene él, más que nada porque ha desarrollado toda su carrera en su país natal. Salido de la cantera de Pulkovo, pronto atrajo la atención del CSKA, estuvo con los moscovitas dos años e incluso debutó en la Euroliga con apenas dieciocho años, sin embargo no logró explotar y tuvo que rebajar sus expectativas. Comenzó entonces un periplo por varios clubs del país: Samara, Ural Great y Triumph (sucesor del Dinamo de Moscú y precursor del Zenit) fueron sus destinos. Fue en este último equipo donde recuperó su mejor versión, atrayendo al otro gigante de su baloncesto, el Khimki, allí anda desde el 2011, consolidado como jugador de rotación, sobre todo en la liga rusa donde dispone de más minutos que en Europa. Buena muestra de ello es la explosión anotadora que tuvo contra Astana en 2016, 40 puntos y doce triples de diecisiete intentos, récord de la VTB.
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