La temporada 2017-18 comenzaba como una de las más ilusionantes del club, los taronjas eran los flamantes campeones de liga, además empezaban el curso presentando al mundo uno de los proyectos de cantera más ambiciosos de Europa: l'Alqueria. La presentación de las nuevas equipaciones trajo varias novedades: el logo original del club volvía tras lucir uno en honor al 30º aniversario de su fundación, aunque se seguía manteniendo un pequeño detalle en el hombro con la fecha de inicio; también aparece el logo de la Alqueria en el pecho, como si fuera una marca de agua; el club traía de vuelta el azul oscuro, denominado azul noche, para la segunda indumentaria y un novedoso gris para la tercera que sería la elegida para disputar Euroliga. Si recordáis la camiseta o habéis clicado en algún enlace os habréis pispado de que la disposición de los logos es distinta a la mía, se debe a que esta es de cantera y serigrafiada en la UCI de Madbasket.
Pocas familias de baloncestistas pueden presumir del bagaje profesional de los Abalde. Alberto Abalde padre fue un mítico jugador nacional gallego del OAR Ferrol entre otros equipos. Su legado se ha expandido aún más a través de su descendencia: Tamara, de la que ya hablamos en su momento aquí, y Alberto, una estrella en ciernes. Con el virus del baloncesto inoculado desde su nacimiento, Alberto lo tiene todo para triunfar: físico demoledor, tiro, técnica individual y polivalencia. Abandonó su Galicia natal para enrolarse en la Penya en categoría cadete, un acierto con efectos inmediatos, en 2013 se consagró como uno de los mejores prospects de Europa logrando el título de Euroliga júnior, aderezándolo con el MVP de la competición. Su carrera ha sido meteórica y poco a poco ha ido quemando etapas, desde su debut con el Joventut a la confirmación con Valencia Basket. Ahora lucha en el Madrid para tomar el relevo en la historia de otras leyendas como Rudy.
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