sábado, 5 de diciembre de 2020

Peñarol - Facundo Campazzo


Primera vez que cruzamos el charco para viajar a Argentina, repito, Argentina, no confundir con el Peñarol uruguayo, aunque cabe decir que el club argentino le debe el nombre a sus vecinos. La camiseta que tenéis en pantalla pertenece a su época más gloriosa, concretamente a la temporada 2012-13, paradójicamente ese año fue el único en el que no lograron hacerse con la LNB tras tres años consecutivos de triunfos, además de volver a conquistar el título al año siguiente. Ese trienio de éxito se ve reflejado en las estrellas que lucen en el pecho los milrayitas, apelativo con el que se conoce al club puesto que sus fundadores decidieron que los colores fueran el azul y blanco formado por infinidad de finas franjas verticales. No lo han tenido fácil sus proveedores a la hora de diseñar las equipaciones, chocaron contra una curiosa regla de la liga: los clubs debían vestir camisetas lisas sin degradados, franjas o bandas. Por suerte dicha norma pasó a mejor vida en 2016.

Como culé tenía ganas de escribir esta entrada, la marcha de Campazzo a la NBA es un alivio para el aficionado blaugrana (y europeo en general). Su llegada a USA se produce con veintinueve años y tras haberlo conquistado todo en el mundo FIBA. Pocos podrían predecir el impacto del base argentino tras echar un vistazo a su carrera, comenzó paso a paso en su país natal donde fue clave en el período ganador de Peñarol. El Real Madrid lanzó sus redes sobre la promesa latinoamericana pero su primera experiencia en el club no fue fácil, las lesiones y las competencias le obligaron a salir cedido dirección Murcia. En el club pimentonero demostró que a pesar de su corta estatura podía competir con los mejores y no se amilanaba ante nadie, poniendo incluso a sus excompañeros contra las cuerdas. Tras dos años volvió a Madrid y el resto es historia, allí se ha convertido en el base más dominador del continente. Así que esperemos que le vaya bonito y no vuelva por favor.


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