viernes, 3 de octubre de 2014

Yugoslavia - Dejan Bodiroga


Vaya por delante, que si sois amantes del baloncesto balcánico deberíais leer Sueños robados. Dicho eso, al lío: el 4 de febrero del 2003 se disolvió oficialmente la antigua Yugoslavia para dar paso a Serbia y Montenegro. Dos años antes de la desaparición de la legendaria escuadra, se disputó el Eurobasket de Turquía (con el que servidor se aficionó a la canasta viendo la explosión de Pau), penúltimo torneo como Yugoslavia. Para la ocasión, y después del experimento con Fila en los Juegos del 2000, los balcánicos se pusieron en manos de un gigante como Nike. Paradójicamente la firma norteamericana usó el mismo diseño, con el característico círculo alrededor del dorsal, que había proporcionado a selecciones como la canadiense o australiana en las olimpiadas. Siempre vistiendo azul, en todas sus tonalidades, y acompañados por la eterna serigrafía de Sinalco, que casi pareció el amuleto pues tras su desaparición comenzó el declive de los plavi.

Para que entendáis la magnitud de Bodiroga, él era una de las referencias en la galaxia plavi en la que sobresalían Stojakovic, Djordjevic o Divac ¿No basta? Nikolic, Tanjevic y Kosic, tres leyendas que apadrinaron al Zrenjanin. Un talento natural, lento pero efectivo y estético a la vez, maestro del látigo, dominante desde la posición de base o ala pívot, podéis preguntarle a Carmelo Anthony qué opina. Una carrera (que no os explico porque necesitaría mil entradas más) inmaculada con un palmarés inigualable en Europa, capaz de ser amado por dos aficiones enfrentadas como la de Barça y Madrid. Siempre quedará la duda de saber si habría sido igual de dominante, o relevante, al otro lado del charco, pero a Dejan poco le importaba la pomposidad (como curiosidad, buscad algún mate suyo) y el circo mediático. Ganar, ganar y ganar era su objetivo, supongo que sería algo genético ya que era primo segundo de Drazen Petrovic.



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